Hoy compartimos una receta adaptada del libro "Hierbas para la salud", de Kathi Keville.
Las sopas, junto con las ensaladas crudas, constituyen la base de
almuerzo y cena, hidratan, nutren y son una forma excelente de practicar la
"medicina preventiva". Veamos un poco por qué: la naturaleza nos
provee gran parte de nuestras necesidades medicinales en forma de hierbas. Ya
sea que queramos tratar una dolencia crónica o prevenir enfermedades,
incorporar hierbas en nuestra alimentación es mucho más que darle sabor a
nuestros platos. Por ejemplo: el jengibre es analgésico, el ajo es antibiótico
y el propio jengibre junto con la cúrcuma (dos ingredientes de los currys
indios), mejoran las funciones del hígado. Las sopas o caldos pueden contener
muchas clases de hierbas, a lo que debemos sumar las propiedades de las
verduras y hortalizas que estemos empleando. En el caso puntual de la receta de
hoy, su versión original fue pensada para incorporar en la dieta setas que
mejoran la inmunidad natural: la Ganoderma
Lucidum, o la japonesa shiitake Lentinula
Edudes. Las sopas preparadas con ellas, nos cuentan algunos herboristas,
devuelven el vigor a niños y adultos enfermos, asimismo, benefician el tracto
urinario, especialmente si hay propensión a las infecciones de vejiga. Como su
textura no es de mi agrado, las reemplacé por los tradicionales champignones
París, ni vegetal ni animal están catalogados como el alimento que contiene
mayor número de antioxidantes y que -a su vez - no pierden sus propiedades al
cocinarse, con lo cual, para aprovecharlas al máximo, es conveniente utilizar
siempre su líquido de cocción; son fuente de selenio, un mineral con
propiedades antioxidantes que ayuda a
prevenir enfermedades degenerativas. Contienen a su vez un alto contenido de
proteínas y aportan vitaminas B2 y B3, zinc, magnesio, fósforo, potasio y el ya
mencionado selenio. Favorecen el ritmo del tracto intestinal por sus fibras.
Son buenos para dietas de adelgazamiento por su bajo aporte de calorías y se
les atribuye propiedades antidepresivas, mitigación de la fatiga, alivio de
jaquecas y son preventivos de transtornos cardiovasculares. En definitiva, son aliados
de la buena longevidad.
La cebada, por su parte, se ha utilizado en Europa desde tiempos
inmemoriales para combatir las infecciones de vejiga.
Por lo tanto, es un plato indicado tanto para aquellos que padecen ésta
enfermedad (recomendamos utilizar las setas que propone la receta original) como
para quienes quieren mantener tanto el físico como el espíritu en alto para
llevar a cabo todos nuestros quehaceres cotidianos:
Sopa de Cebada y Champignones
Ingredientes
1/2 taza de cebada, 1 taza de caldo de verduras, 2 y 1/2 taza de agua,
1/2 cucharadita de sal, 3 cebollas en rodajas, 5 dientes de ajo, 2 cucharadas
de aceite de oliva, 250 gr.de champignones frescos y pimienta negra a gusto.
Preparación
Cocinar la cebada con el caldo hasta que esté tierna. Añadir el agua y
la sal. Saltear aparte en sartén las cebollas y los ajos con el aceite de
oliva. Cuando las cebollas estén transparentes, añadir los champignones. Cuando
las cebollas y los champignones estén tiernos, verterlos sobre la cebada.
Espolvorear con pimienta negra, cubrir y dejar a fuego lento durante 20´.
María de la Cruz Rojo
Notas
En términos de sopas, la variación es lo habitual. La receta de hoy
constituye apenas una base sobre la que luego se puede operar intuitivamente
añadiendo verduras cocidas a elección, troceadas o ralladas, en el caso de la
receta de la foto, añadí zanahorias. También pueden incorporarse fideos para
sopa, ¡quedan deliciosos!
Bibliografía
Keville, Kathi. "Hierbas para la salud, guía completa de recetas
medicinales", Barcelona, Oniro,
1997.
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